Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Arlington Catholic Herald
22 de abril de 2010
Hay una alabanza que en muchos retiros dados por el Padre Martín Avalos y el Ministerio de Dei Verbum con mucho sentimiento y respeto interpretan “taller de almas” y que dice así: Si te sientes solo, por un temor, si te sientes triste, si alguien te hirió, si no tienes nada, toma mi amor y repártelo. Si tu voz se apaga por un temor, si tu alma blanca se obscureció, si en ninguna parte sientes amor aquí está Dios. La Santa Iglesia es taller de almas donde trabaja Dios, donde remienda el corazón que se rompió, ya que el Señor conoce muy bien no sólo las apariencias pero profundamente cuando a las personas se les ha roto el corazón.
Vivimos en una sociedad estresante donde luchamos, corremos, trabajamos duro para conseguir cosas materiales y no quedarnos atrás de los demás. Y en muchas ocasiones le damos los primeros puesto al trabajo, la televisión, el carro, los deportes, a las fiestas y último dejamos a Dios.
Vivimos en un “mundo de producir” más que en “un mundo de pensar en nosotros” y de esa forma nos cansamos tanto que como consecuencia de ello rompemos nuestro corazón. Pero lamentablemente, son muy pocos los que llegan a conocer lo valioso de desarrollar la parte espiritual que todos llevamos dentro. Para profundizar la contemplación, apreciar lo pequeño, saborear con nuestros sentidos los abundantes detalles del amor divino con los cuales el Señor nos bendice cada día.
San Pablo reconoce que si es fuerte se lo debe a Dios. El le escribe a su amigo Timoteo: “doy gracias a nuestro Señor Jesucristo, porque me ha fortalecido” (1 Tim 1, 12). Pero el activismo ha penetrado en la Iglesia, comprometiendo a largo plazo la resistencia de los evangelizadores, la alegría y la creatividad renovada para llevar el mensaje de Cristo. Muchos católicos hoy en día deberíamos ir a visitar el taller del Maestro no sólo para que remiende nuestro corazón sino nuestra forma de orar, actuar y relacionarnos con nuestros hermanos en la fe.
Debemos dejar que Cristo renueve nuevamente nuestra fe, pues la oración es valiosa e importante pero no suficiente, ya que apenas se lee, entonces debemos agregar el cultivo al estudio y la investigación espiritual. Ni aún se deja tiempo para descansar y reponerse. Paralelamente hay sobrecarga de trabajo, de actividades múltiples y la agenda de compromisos, suele estar repleta. Muy poco tiempo para las devociones, el santo rosario, y para las obras de caridad, etc.
Como dice una canción espiritual “Al Taller del Maestro vengo, pues el me curará, me tomará entre sus brazos y cada herida sanará. Las herramientas del Maestro, mi alma El remendará, martillo en mano y mucho fuego, aunque me duela ayudará... a conocerlo y entenderlo, a saber que nada merezco, amar es más que un pretexto, es una entrega, es un negar, más que el sentimiento, es la decisión de amar….” En la Santa Iglesia Cristo te espera para sanar tus heridas, no en la discoteca ni en el bar.
1 comentario:
Cristo es el Gran Maestro. La Iglesia es la obra en progreso que todavia no esta acabada y necesita pulirse con las herramientas del espiritu y la humildad del que sabe que necesita mucha enmienda.
Este texto sacado de una obra de "ficcion", nos los aclara:
8. Y María dijo: ¿Por qué, Jesús, tratas así a tus padres? Mira que dos días te hemos buscado. Temíamos que te hubiera sucedido algo grave.
9. Y Jesús dijo: ¿No sabéis que debo estar en el trabajo de mi Padre?
10. Y dando la mano a cada uno de los doctores de la ley,fue en círculo diciéndoles: Confío en que nos veremos otra vez.
11. Y se fue con sus padres camino de Nazaret y cuando llegó a su hogar trabajó con José como carpintero.
12. Un día, mientras acarreaba las herramientas de su trabajo, dijo:
13. Estas herramientas merecuerdan aquellas que usamos en el taller de la mente donde el pensamiento crea las cosas y construye el carácter.
14. Usamos la escuadra para medir todas nuestras líneas, para enderezar los sitios torcidos del camino y para encuadrar nuestra conducta.
15. Usamos el compás para trazar círculos alrededor de nuestras pasiones y deseos a fin de mantenerlos dentro de los límites de la rectitud.
16. Usamos el hacha para cortar las partes nudosas, inútiles y
feas y para dar simetría al carácter.
17. Usamos el martillo para empujar hacia adelante la verdad y
para martillarla de modo que entre a formar parte de todas las partes.
18. Usamos el cepillo para pulir las superficies ásperas y
desiguales en la juntura, y los maderos y las tablas que han de
construir el templo para la verdad.
19. El formón, la cuerda, la plomada y el serrucho, todos tienen
su uso en el taller de la mente.
20. Y finalmente esta escalera con su trinidad de peldaños: fe,
esperanza y amor; En ella ascendemos a la cúpula de la pureza
de la vida.
21. Y por la escalera de doce peldaños, ascendemos hasta
alcanzar el pináculo, objetivo final en cuya construcción
usamos la vida: el Templo del Hombre Perfeccionado
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