Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Es posible que a muchas personas les moleste tocar este tema sobre la infancia lastimada por los abusos a menores. Pero hay que hablar, conocer discutir, educar, orar y sanar las terribles heridas que dejan una violación sexual o un abuso sea a un menor o a un joven en general al ser humano inocente.
Su hogar, un amigo o que lo haya escuchado en las noticias. Dentro de mis limitaciones por varios años he podido ayudar a sanar grandes heridas por personas que fueron abusados por tíos, profesores, sacerdotes, padrastros, pastores, entrenadores, vecinos, hermanastros etc.… y en realidad mas que un crimen, un pecado mortal,, es una situación que a las victimas las traumatiza y las marca para toda una vida con consecuencias psicológicas severas.
Con todo lo que estamos viendo y leyendo con cas historia en nuestra comunidad no podemos permitir que esto siga ocurriendo en nuestros hogares ni en nuestra sociedad. Es posible que en cada hogar, escuela, iglesia, centro deportivo hay aun pederasta en potencia debemos estar alertas. Recordemos que la pedofilia se refiere solo a la tendencia sexual, comúnmente se lo usa como sinónimo de pederastia, que designa a la practica sexual entre un adulto y un menor. Para evitar confusiones y justificaciones, ciertos especialistas prefieren encuadrar todas las situaciones de erotismo con menores bajo la denominación de “abuso sexual infantil”.
No es fácil tener un perfil exacto de los pedófilos. La edad va desde los 18 años hasta la ancianidad, aunque algunos estudios la acotan entre los 30 y 45 años. Provienen de cualquier clase social; muchos eligen profesiones donde puedan estar cerca de los niños. No usan la violencia como método sino que tejen una telaraña sobre sus victimas.
La mayoría de los pedófilos son hombres y en un alto porcentaje abusan de niñas de su familia. Nuestra Iglesia Católica no se ha salvado de esta penosa situación ha pedido disculpas y perdón pero los sacerdotes nos va a tocar muy duro y por muchísimos años recoger los sufrimientos, dolores, heridas, y grandes cicatrices de las victimas para medio limpiar la imagen y recobrar la confianza Benedicto XVI, el 16 de febrero de 2010 acaba de denominar el abuso de menores como un “crimen abominable”.
Si se considera el lado de los sacerdotes que han abusado, o que siguen abusando, de menores de edad, el problema es considerado como un delito susceptible de penas comparables con las de crímenes de máxima gravead. Los agravantes suelen ser los mismos del asesinato: premeditación, alevosía, ventaja y traición. Es por eso que cada Diócesis han optado por excluir del ministerio a cualquier culpable, en cualquier momento de su vida sacerdotal, aunque se tratara de una sola caída de hace varios años. TOLERANCIA CERO: nuestro deber es orar y pedir perdón por los abusadores y oración por la sanación de los abusados. Pues el escándalo mayor es cuando se nos olvida que cada sacerdote es imagen de Cristo.
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