Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Si hace mucho tiempo que llegamos a la luna, hemos regresado varias veces, ahora continuamos explorando otros planetas y observando las estrellas, ¿pero a donde queremos llegar?
Leyendo el otro día una reflexión sobe las paradoja de nuestro tiempo, concluía que verdaderamente el ser humano es intrépido, inconforme y súper curioso. La paradoja de nuestro tiempo es que tenemos edificios más altos, pero temperamentos más cortos, autopistas más anchas pero puntos de vista más estrechos. Gastamos más pero tenemos menos, compramos más pero disfrutamos menso, tenemos casa más grande pero familias más pequeñas, más compromisos pero menos tiempo.
Tenemos más títulos pero menos sentido común, más conocimiento pero menos criterio, más expertos pero más problemas, más medicinas pero menos salud. Hemos multiplicado nuestras posesiones, pero hemos reducido nuestros valores.
Hablamos mucho, amamos poco, odiamos demasiado. Aprendamos a armar una vida pero no a vivirla plenamente. Hemos llegado a la luna y regresado pero tenemos problemas a la hora de cruzar la calle y conocer nuestro vecino. Hemos conquistado el espacio exterior pero no el interior, limpiamos el aire pero contaminamos nuestras almas. Tenemos mayores ingresos, pero menos moral, hemos aumentado la cantidad pero no la calidad.
Estos son tiempos de personas más altas con caracteres más débiles, con más libertad pero menos alegría, con más comida pero menos nutrición. Son días en los que llagan dos sueldos a casa pero aumentan los divorcios, son tiempos de casas más lindas pero hogares rotos, un tiempo con demasiado en la vidriera y poco de puertas adentro. Y es un tiempo en que la tecnología puede hacerte llegar este mensaje y al mismo tiempo, tu puedes decidir: marcar la diferencia o “presionar una tecla y eliminarla”.
No guardes nada para “una ocasión especial”. Cada día que ves es “una ocasión especial” por eso lee más y limpia menos. Pasa más tiempo con la familia y amigos y menos tiempo trabajando. La vida es una sucesión de experiencias para disfrutar no para sobrevivir. No guardes tu mejor loción o perfume para esa fiesta especial, úsalo cada vez que tengas ganas de hacerlo. Las frases “algún día”, “uno de estos días” quítalas de tu vocabulario. En su lugar piensa: vale la pena hacerlo, oírlo, verlo… quiero poder disfrutarlos ahora. Si supiéramos el tiempo de vida que nos queda, seguramente desearíamos estar con nuestros seres queridos, haríamos la comida preferida, visitaríamos los sitios que amamos.
Son pequeñas cosas las que nos harían mejorar si supiéramos que nuestras horas están contadas. Entonces no te enojes y disfruta cada instante de tu vida y hunde la tecla de borrar en el computadora de tu vida al mal humor y a la depresión. ¡Animo!
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