Para nuestra comunidad hispana la celebración de Pentecostés es una gran fiesta religiosa de suma importancia, ya que a través de multitud de eventos en toda Latinoamérica nos unimos al cumpleaños de nuestra Iglesia Católica.
Un ejemplo de ello lo vimos este fin de semana en la Iglesia
de San Antonio de Padua en Falls Church, Virginia en donde miles de feligreses
se dieron cita para recordar de nuevo la promesa de Cristo; pues en este año de
la Fe era una gran oportunidad para pedirle a Dios que siga enviando el soplo
del Espíritu Santo para renovar y robustecer nuestra Iglesia.
Pues después de haber celebrado a lo largo de estos 50 días
la victoria de Cristo sobre las tinieblas de la muerte, nos ha enviado su luz
en forma de lenguas de fuego, para darnos a cada uno de nosotros una nueva vida
llena de dones y Carismas.
Los hispanos Católicos en la Diócesis tenemos mucho que
celebrar y agradecer a Dios. Esta era la oportunidad de sentirnos Iglesia, de
dar gracias a Dios por un Papa de origen hispano, para unirnos en oración por
una reforma migratoria y por supuesto por el regalo de la Fe.
Hoy es un llamado a todos para dejar nuestros miedos y
temores y a llenarnos de energía que nos brinda el Espíritu Santo para pedir
sabiduría y unirnos en la Evangelización del nuevo tiempo y prepararnos más
para proclamar a nuestras comunidades que Cristo está vivo.
Nuestro trabajo como misioneros en un mundo moderno tan
exigente es construir sobre cada lengua de fuego una Iglesia solidaria, gozosa,
Orante y triunfante.
La fuerza de Pentecostés nos anuncia cada año una Iglesia
Santa, una Iglesia que trae Sanación y multiplicidad de bendiciones.
Cada católico debe dejar atrás su pasividad espiritual y animarse a vivir llenos del Espíritu
Santo.
Buscando atraer más almas a la Iglesia de Cristo, estamos
viviendo un Pentecostés cada día.
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