viernes, octubre 03, 2008

El Peregrino Ruso del Siglo XXI

Por el Rev. José Eugenio Hoyos

Hoy más que nunca todos los cristianos del mundo deberíamos conocer la obra del Peregrino Ruso escrito por un autor desconocido. El mundo verdaderamente tiene sed de Dios de conocer una nueva espiritualidad, pues da la sensación que de su riqueza y raíces cristianas conoce poco. Este libro es un clásico de la literatura cristiana oriental. El strannik es el típico Peregrino Ruso, que con su alforja al hombro, su biblia y el rosario, recorre sin cesar múltiples caminos, tendido como meta santuarios celebres y famosas reliquias.

Cuando tuve en mis manos este libro fácil de leer me llamó mucho la atención pues al empezar a hojearlo su lectura era llena de pasión mística y de un trabajo literario místico que invitaba a recorrer también un camino de peregrinación. En el aspecto literario, es posible que su autor se codease con los grandes literatos rusos de esa misma centuria: León Tolstói y Fiódor Dostoyevski.

En este libro el lector se encariña inmediatamente con los viajes y peripecias del peregrino y le gustaría tenerlo cerca de si durante más tiempo. Por las páginas de El Peregrino Ruso, van pasando grandes personajes famosos de la época. El correo imperial, con sus cambios de caballos, alegrara los recodos de un camino donde El Peregrino se detenga a descansar. El libro refleja la sociedad rusa de los años 1856-1861, terminada la guerra de Crimea y no abolida aún la esclavitud.

El Peregrino Ruso habla sobre todo del recogimiento interior y de la oración continua. Las páginas aparentemente sencillas de El Peregrino Ruso se mueven en un mundo que no es el nuestro. El libro se refiere más bien a todo el ambiente espiritual que rodea la vivencia cristiana de la Santa Rusia. Rusia pertenece al mundo oriental y ortodoxo; nosotros pertenecemos al bloque occidental y católico. El libro contiene un carácter cósmico, imitación de Dios, vida ascética y la búsqueda anhelante del paraíso y vida de oración.

El Peregrino deseoso de encontrar el modo de llegar a la oración, continua su búsqueda topando con estas palabras de Simeón, el nuevo teólogo: “Siéntate solo y en silencio, inclina la cabeza, cierra los ojos, respira dulcemente e imagínate que estas mirando a tu corazón. Dirige al corazón todos los pensamientos de tu alma. Respira y di: Jesús mío ten misericordia de mi. Dilo moviendo dulcemente los labios y dilo en el fondo de tu alma. Procura alejar todo otro pensamiento. Permanece tranquilo, ten paciencia y repítelo con la mayor frecuencia que te sea posible”.

Que interesante que todos aprendiéramos en este siglo XXI, en cadenas de oración a rezar sin interrupción. Alguien dijo al terminar de leer el libro, me pregunto si, en vez de la oración perfecta, una similar dedicación se podría aplicar al amor perfecto, en el que nada ni nadie pudiera interponerse, en el que incluso durante los sueños, no hubiera dudas… y todo permaneciera claro y transparente. Todos somos peregrinos pero andamos en el mundo sin oración.

1 comentario:

rosa dijo...

Hola,este fue un libro que me gustó mucho, tanto que lo fui prestando hasta perderlo. Me dedico al yoga y entre mis alumnos no deja de ser uno de los libros mas recomendados, porque es uno de los libros que más me ha dado.

Saludos,

Rosa