por el Rev. José E. Hoyos
Washington Hispanic
27 de febrero de 2009
Este fin de semana la mayoría de los fieles en el mundo cristiano empezamos a prepararnos de una forma diferente, profunda y efectiva para celebrar el Tiempo de Cuaresma.
Cuaresma: cuarenta días de acercamiento a Dios y de oportunidades para enriquecer nuestra vida espiritual. Los tiempos que estamos viviendo hoy no son los mejores, ni tampoco estamos viviendo el fin del mundo. Hemos reconocido y experimentado una crisis económica grave. Una recesión que para los más probres no es nueva porque siempre han vivido en recesión precaria y carente de la canasta familiar básica.
Ante esta crisis financiera que ha desestabilizado la economía global, este tiempo de reflexión cristiana se convierte en el espacio propicio propio de que lo material no es lo más importante sino que debemos volver a Dios. Hoy más que nunca, el alivio de nuestros problemas, necesidades y preocupaciones es que en este tiempo contemplemos a Jesús masacrado, secuestrado, ignorado y deportado, con nuestra actitud de recibirlo con los brazos abiertos y le dejemos en esta época entrar en nuestros corazones. Contemplemos a Cristo en la cara de cada inmigrante, del desempleado, del encarcelado, del hambriento y del rechazado, allí está en ellos viviendo Jesús.
Nuestra Iglesia nos invita al crecimiento espiritual y al encuentro de nosotros mismos para encontrar a Cristo; pero para conseguirlo debemos tener una diciplina, un orden en nuestras vidas y varias de esas prácticas son el ayuno y la abstinencia.
El ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al día, la abstinencia consiste en no comer carne. Son días de abstinencia y ayuno el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. Dentro del Tiempo de Cuaresma entre estas dos fechas, los viernes no se come carne.
La abstinencia obliga a partir de los catorce años y el ayuno de los dieciocho hasta los cincuenta y nueve años de edad. El ayuno y la abstinencia no son dedicados para perder el peso u ofrecerlo como dieta espiritual; es todo lo contrario. Hoy, en estos momentos, el reto de los católicos es proscribir la miseria con obras de justicia social.
El abstenernos de comer carne no es darnos un banquete cada viernes de langostas y mariscos. Ojalá escribamos y diseñemos un letrero bien grande en nuestra cocina que diga: “los viernes no se come carne, la carne está muy cara” y con toda razón crear conciencia en la familia de que es tiempo de abstinencia, ayuno, obras de caridad y mucha oración.
¡Animo! Intentemos seguir los mandatos de la Iglesia y veremos un gran crecimiento espiritual.
1 comentario:
Es importante cuando hablamos de las cosas de Dios de estar a) correcto y b) completo. Por eso, quiero agregar que la Iglesia no obliga a los enfermos a ayunar. Por ejemplo, un diabetico tiene que comer regularmente todo el dia para no tener problemas con su nivel de azucar.
Tambien es importante no exagerar los requisitos de la Iglesia. Ayer un hermano predicador nos dijo que se recomiende que los Catolicos casados abstengan de relaciones intimas en las viernes de Cuaresma. Esto no esta ni en el Catecismo de la Iglesia, ni en el Codigo de Derecho Canonico. No es una ensenanza de la Iglesia; es una interpretacion personal que el hermano pone a la Biblia. Debemos de tener mucho cuidad cuando pretendemos ensenar en nombre de la Iglesia.
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