Por el Rev. José Eugenio Hoyos
La crisis económica mundial no es excusa para no seguir ayudando a los pobres y creando nuevas oportunidades de trabajo y programas de acción social para los más necesitados. No podemos permitir que los gobiernos sigan invirtiendo grandes sumas de dinero para patrocinar las guerras e invertir en armamentos sofisticados cuando una gran porción de la humanidad muere de hambre. La iglesia católica ha aprendido en el evangelio que su misión evangelizadora tiene como parte indispensable la acción por la justicia y las tareas de la promoción humana.
Existe unánime reconocimiento de que Juan Pablo II fue un campeón, un eximio testigo del Reino en la defensa de la justicia social, los derechos humanos y una vez audaz y autorizada de los más pobres. Pero debemos preguntarnos ser sensibles a los pobres no es solo trabajar en la parte material, que ha pasado y ¿Cuál ha sido el avance en otras áreas que han sido pobres en la Iglesia? Por ejemplo: ¿los laicos y la mujer ocupan un lugar importante en la Iglesia? o la iglesia después de Pablo VI ha experimentado un conteo regresivo donde se han abierto heridas profundas dentro de la misma iglesia, y han brotado escándalos como la de los sacerdotes pederastas antes no visibles ante la opinión publica.
En un mundo que necesita un “plus del alma” la jerarquía de la iglesia debe regresar su mirada no tanto a los dogmas teológicos sino su mirada al pobre que triste y desilusionado se va a las sectas evangélicas donde encuentra el abrazo humano y calido de sus hermanos. Todos somos cómplices de este planeta mundializado y humanizado, y de nuestra iglesia, Misterio y Pueblo de Dios, que debe pensar mas en ser “convocación de los fieles” que “cuerpo jerárquico”. Por tradición profética tenemos derecho a soñar nuestro futuro social y eclesial guiados por el Espíritu Santo. El mundo esta cansado de palabras y pide a gritos buenas acciones.
Anímate a servir y prueba con la solidaridad que el amor es para ti una practica y no pura fraseología. La oración no es para que Dios cambie, es para llenarte de la energía divina y cambiar tu egoísmo por entrega generosa a los demás, en especial a los mas necesitados.
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