lunes, mayo 17, 2010

Ministerio Dei Verbum Sanando Corazones Heridos - Parte I

Por el Rev. José Eugenio Hoyos

Desde el viernes ya empezamos a darnos cuenta de la fuerza de sanación y liberación que se venia para los asistentes al retiro anual con el querido Padre Martín Ávalos y el dinámico Ministerio Dei Verbum desde El Salvador.

El viernes antes de comenzar el gran retiro con una gran sorpresa las calles en Virginia eran saludadas con una gran granizada que golpeaba los autos y hacia correr a todos los que se encontraban fuera, de repente un gran viento que movía los árboles tan fuerte que lo conviertan en vendaval y las noticias en la radio y los expertos en el clima pedían mantenerse en las casas. Pero de un momento a otro como si Dios estuviera escuchando nuestras suplicas en el firmamento pudimos observar con gran alegría un brillante Arco Iris invitándonos a no tener miedo y a dirigirnos a las instalaciones del gimnasio principal de la Iglesia de San Antonio en Falls Church, Virginia donde los hermanos del ministerio de alabanza de Dei Verbum esperaban con sus alabanzas que uno tras uno fueran llenando el lugar.

Con el gimnasio casi lleno y el ruido de los truenos el Padre Martín Ávalos empezó su gran predica a los servidores, sonde los invito a no quedarse en la mitad del camino sino todo lo contrario a avanzar con Cristo; ustedes los servidores no están aquí para complacer a una persona, o a un grupo, o al sacerdote o al coordinador sino para servir a Cristo y a su Iglesia. Nuestra tarea como servidores en la Renovación Católica Carismática es avivar la fe en Cristo, Salvador y Señor, que vive hoy entre nosotros y se hace presente en la oración pidiendo sanación para todos los que lo invocan.

Todos nosotros, de un modo a otros desobedecemos y fallamos a Dios. El sin embargo redobla la apuesta de amor por nosotros, y aun si, no siempre sabemos ser agradecidos y desaprovechamos las gracias que el nos ofrece. Gracias a los servidores que toman la palabra de Dios en serio pueden ayudar en el plan salvifico de Dios sanando corazones, liberando a las personas de los vicios y del enemigo, al presentar con su acción un Cristo Vivo y resucitado.

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