Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Al celebrar la Iglesia su cumpleaños ojala no nos quedemos en una celebración devocional mas, que esta fiesta sea la de renovar nuestro concepto de Iglesia y que empecemos a disfrutar de un nuevo Pentecostés que haga de la Iglesia, una Iglesia Santa y renovada. La Nueva Iglesia dirigida por el Espíritu Santo debe llevar un compromiso social, una lucha por la justicia y defensa de los derechos humanos y la opción por los pobres.
Juan Pablo II fue claro y tajante: “no evangelizamos si no se da una conversión real a los pobres y un compromiso serio en la transformación de las estructuras de pecado, que producen la pobreza. En un mundo marcado por el individualismo y la competitividad se hace necesario un programa fuerte, en el ámbito de la parroquia, que eduque para la fraternidad y la solidaridad.
La Iglesia debe mostrar aun nueva cara. Más ligada al cambio de los tiempos, siempre al lado de las personas y no mirándolas con superioridad o autoritarismo. El mismo sistema de la Iglesia tiene que ser manifestación de la opción por los pobres. Se debe dar un autentico compartir los bienes con los de cerca y de lejos, totalmente abierto a la Iglesia local, universal, en el mundo.
Separar radicalmente los sacramentos y el dinero, sensibilizar a todo el pueblo de Dios en colaborar a llevar las cargas económicas y a distribuir los fondos para responder a las necesidades de cerca y de lejos. Es necesario el gesto salvador, vivido desde la intensidad de Jesús, que fue pobre y anuncia: “dichosos los pobres porque de ellos es el Reino”. Que no falten gestos proféticos, signos de la presencia liberadora de los creyentes; ocupación y preocupación por los alejados.
La fe implica la tarea de impregnar el mundo del espíritu de Cristo y de dilatar su Reino, un reino de verdad, un reino de santidad y de gracia, un reino de justicia, de amor y de paz. La Iglesia Católica si quiere vivir un nuevo Pentecostés. Involucrarse en el diario vivir de nuestra gente. Los sacerdotes no pueden esperar que los feligreses vayan donde ellos, el sacerdote deber ir a buscar sus ovejas para así formar un rebaño sólido y activo.
Deben hacerse presente en los barrios, en la vida de la comunidad, debe velar y cuidar a las personas enfermas, ancianas, los disminuidos físicos o mentales, los niños de la calle, enfermos de SIDA, drogadictos, pandilleros, inmigrantes, obreros, amas de casa y ser pioneros en el cuidado del medio ambiente.
No existe evangelización sin liberación, sin promoción humana, la Iglesia no puede seguir viviendo de limosnas sino de la riqueza humana y espiritual que brinda el hombre de hoy encarnado en un nuevo Pentecostés.
Foto: Un padre católico en el barrio de Little Village en Chicago reza por la reforma migratoria con su pueblo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario