Por el Rev. José Eugenio Hoyos
A la mayoría de las personas nos falta creer un poco más en lo que somos y en los talentos y cualidades que tenemos. Hay muchos seres humanos que piensan que nacieron fracasados y que el haber nacido fue un error o un gran accidente. Pero están totalmente equivocados pues cada creatura que viene a este mundo, no importa su situación social, racial, o económico, es un gran regalo de Dios.
A través de la historia hemos visto personas que vienen de familias humildes, o que han tenido problemas económicos y con su constancia y ganas de progresar han salido adelante, han progresado y ahora disfrutan de grandiosos triunfos. La mayoría de ellos los encontramos en la política, la ciencia, los deportes, la literatura, el arte, la música, el cine, la televisión etc. El pensador Marco Aurelio decía: “El universo es cambio, nuestra vida es lo que nuestros pensamientos hacen”.
Los seres exitosos siempre son personas pacientes y perseverantes, no se rinden, caen y se levantan cientos de veces y lo mejor de todo es que con mucha paciencia saben esperar. Después, cuando triunfan, los que se quedan en la epidermis de la vida exclaman sorprendidos: “¡Que suerte!”
Hay otro grupo de personas que creen en el poder del hombre y no en el de Dios. Cuando les esta yendo mal recurren donde los brujos, los adivinos, las pitonisas, a la leída de cartas, o peor que eso compran caros y engañosos talismanes, amuletos como piedra de cuarzo, colitas de conejo, o símbolos satánicos esperando que eso les va a solucionar los problemas. El éxito no depende de estos vividores y maleantes del engaño, ni de los amuletos ni talismanes mágicos; está en la suma de talento, entrega, constancia y una fe superlativa. Hay que meterle ganas, pasión y decisión a la vida.
Olvidan que Dante le dedicó treinta años a la Divina Comedia y el escritor libanés Khalil Gibrán consagró más de diez años a su famoso libro El Profeta. En este libro Khalil Gibrán trata de impulsar al lector a cambiar su forma de vida basándose principalmente en llevarla de una forma equilibrada con respeto a la divinidad y la paz interior. Para Gibrán los obstáculos y vicisitudes del mundo son solo pruebas que permiten al hombre evolucionar y avanzar por el camino hacia la purificación, así nos demuestra que el mundo será mejor cuando los hombres sean capaces de acercarse y convivir. Es cierto que a veces hay oportunidades de oro, pero solo las aprovecha el que este bien preparado y se apasiona por una misión sin rendirse. Hoy en este momento es el tiempo de tus éxitos. ¡Animo!
Foto: Khalil Gibrán
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