Por el Rev. José Eugenio Hoyos
A todos nos encanta descubrir cosas nuevas, misteriosas y que lleven riesgos. Somos valientes aventureros y nos llama la atención intentar batir récords, conquistar lo inhóspito etc. Un grupo humano muy especial son los alpinistas o escaladores. Ellos han siempre subido grandes montañas en el mundo a pesar de miles de adversidades que han encontrado.
Todo alpinista sueña con al conquista de los 14 ocho miles: los picos con más de ocho mil metros. El famoso escalador Reinhold Messner llegó al primero en 1970, pero en ese ascenso murió su hermano Gunther. Reinhold, a su vez, perdió varios dedos de los pies, pero decidió entregarse de lleno al alpinismo. Escaló con esto muchas cumbres y en 1978 logro la hazaña de llegar al Everest sin tanque de oxígeno, con otro escalador.
En el 2001 y 2003, Yuri Koshelenko y Víctor Bobok, dos de los máximos representantes del alpinismo de élite ruso continuaron realizando escaladas por las montañas caucásicas con el fin de dar a conocer este territorio ex-soviético y sus inmensas posibilidades para el alpinismo además de prolongar el libre acceso al Cáucaso “y separar de una vez por todas las palabras “guerra” y “Cáucaso” Como ellos manifestaron a los medios de comunicación: “queremos mostrar el Cáucaso tal y como los montañeros lo ven”.
Muchos escaladores y alpinistas ahora se están deleitando de subir la gran pared: el Khan Tengri (6.995 cm). También conocida como Han Tengri Feng, estuvo considerada la montaña más alta de Tien Shan hasta que los exploradores soviéticos descubrieron el cercano Victory Peak (7.439m). Muchos de ellos suben hasta estas altas cumbres para dar gracias a Dios, pedir por salud, paz, cosechas y abundancia.
En el libro El Espíritu de la Roca de Ron Kauk, él nos narra que pasó a los 16 años escalando la sierra y descubrió el milagro de la vida. La naturaleza se convirtió en su maestra y él se inscribió en la escuela de las paredes del granito, los ríos, los robles y el misterio del cambio de los días y de las estaciones. Durante años vivió en el campo con un grupo de escaladores inconformistas, llevando una existencia sencilla, estimulando sus sentidos y aprendiendo como vivir en armonía con el mundo vertical. Allí, en Yosemite encontró también a sus amigos los halcones, los osos, los ciervos, la roca y descubrió que el sentimiento de la amistad se extiende a todo.
Para todo ser humano la vida es un ascenso y aunque la cumbre parezca inaccesible, la conquistamos paso a paso con una fe sólida, entrega y un amor indeclinable. El mismo Jesús fue un gran enamorado de la naturaleza le encantaban las montañas y la altura solo basta recordar que desde lo alto de la montaña nos regalo las Bienaventuranzas.
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