Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Querida familia,
Hace 3 años y medio que llegué a Virginia. Por las cartas y las fotos que les he enviado, ustedes ya saben que me encuentro bien, después de toda la historia que les narré paso a paso de mi odisea desde que salí de El Salvador, la pasada por Guatemala y lo duro que nos fue con el coyote en el desierto de México y la frontera con los Estados Unidos. El haber ya pasado más de 3 años y sobrevivido este tiempo para mi es un milagro.
Parece que tantas historias que llevo en mi mente han sido difíciles de borrar. La situación para nosotros los indocumentados no es fácil; cada vez se ponen las cosas peores. En mis trabajos que tengo que son dos, no sabemos si vamos a continuar o no. Nos da miedo que Inmigración nos venga a visitar de sorpresa y se den cuenta que estamos trabajando con los documentos “chuecos”. Cada vez que tomamos el bus y vemos un policía pensamos que nos va a detener por nuestra apariencia latina. El otro día me teñí el pelo rubio, pero eso ya no funciona. Aunque soy un poco chelito sigo siendo latino. Eso no se pierde.
Como ustedes ya saben la economía se esta poniendo cada vez mas difícil y todo está más caro. Todos los días me levanto a las 4 de la mañana. Ese es mi primer “part-time job” de 5 a.m. hasta las 2 de la tarde. Regreso a la casa, me baño, como algo y me voy a las 4 para mi otro trabajo de limpieza en un gran edificio en Reston, Virginia. Cuando les digo que me baño por la tarde es porque donde vivo, a la misma hora se levantan 12 personas más que viven en la misma casa y solo hay un baño y medio. Como son varios matrimonios, a mi me rentan uno de los sofás de la sala por $180 dólares con derecho a una cuarta parte del closet y a utilizar la cocina.
No se les olvide que mi trabajo es limpiar 10 baños, 14 oficinas, botar la basura, pasar la aspiradora, limpiar ventanas y puertas. Hago el trabajo de dos personas y además me toca aguantarle el genio a nuestro supervisor que se cree mucha cosa por su posición y porque habla un poquito de inglés.
Querida mamá, en este mes le estoy mandando menos dinero, pues el supervisor nos está descontando ya que como no recibimos dinero en cheque sino en efectivo y sabe nuestra situación migratoria entonces nos toca comer callados. Y no le mando $240 sino $200, de esos le da $40 a mi abuelita para las medicinas de la artritis, $20 para Carlitos para los uniformes y gastos de la escuela, otros $50 para pagar el préstamo de mi viaje para los Estados Unidos, $20 para mi hermano Elmer, $20 para abonar a la fiesta de quinceañera de Rosibel y lo demás para los gastos de la casa.
Yo se que es poquito pero esa es la situación. No se les olvide que como mal, vivo mal, visto mal y nunca salgo a rumbear. Mi única diversión es dormir. Otra cosa, no le vaya a decir a nadie que yo ando limpiando baños en Estados Unidos. Yo me voy a tomar una foto en una de las oficinas cuando me ponga corbata y no esté mi supervisor para que todos piensen que he triunfado en América. Los quiere mucho.
Su hijo y hermano,
El Indocumentado
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