Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Arlington Catholic Herald
19 de febrero de 2009
Aunque toda la vida debemos amarnos, en febrero se nos vuelve a recordar que hay que tomar en serio el regalo del amor dado por Dios.
El amor no son solamente rosas, claveles, regalos, tarjetas, chocolates, cenas, etc. Es algo más maravilloso y sublime que eso, son testimonios que hay que cuidar y valorar. Dios es amor, nos dice San Juan, y no hay milagro tan grande como el amor.
Hay muchos falsos conceptos que se nos dan del amor, las telenovelas modernas, las canciones, los diferentes escritos y anuncios nos presentan muchas veces un amor egoísta y casi siempre un amor solamente erótico. Pero el amor no es eso, el amor es darse, es buscar hacer feliz al otro, no solamente que el otro nos haga feliz. Cuantos de nosotros nos casamos porque nos sentíamos bien con nuestra pareja o porque queríamos ser felices con él o con ella.
¿Pero entendimos que el verdadero amor es hacer feliz a nuestra pareja? El amor es vida y la vida es movimiento, si el amor deja de ser movimiento, deja de ser amor. Nuestro amor debe ser eternamente renovado a cada instante, un amor que todas las mañanas amanezca con una cara nueva, un amor donde los pequeños detalles estén siempre presentes.
Acuérdate que siempre hay alguien que necesita de tu amor, puede ser tu esposo(a), tu hijo(a) u otro familiar, o algún desconocido(a), pero siempre alguien va a necesitar de tu amor. No dejes pasar los momentos, las oportunidades en las que puedas brindar un amor verdadero, un amor que busca hacer feliz a otro.
Todos tenemos siempre alguien que nos ama, estemos o no casados. ¿Cuántos amigos(as), familiares y personas ha quienes has ayudado o han estado presentes en tu vida te tienen verdadero amor y tú a ellos? Nunca estamos solos siempre tenemos el amor de Dios que nos ama a todos incondicionalmente, que nos ama a todos como somos y que quiere que lo amemos siempre.
Si tú has sentido el amor de Dios, compártelo con los demás. Nunca me cansaré de repetir que el mejor regalo que les podemos dejar a nuestros hijos es el recuerdo de un hogar feliz, donde siempre reinaba el amor, donde la persona más importante era el papá y la mamá.
Queridos padres de familia, nunca dejen de besar a sus hijos, abrásenlos, díganles cuanto los quieren no importa cuan grandes o adultos estos sean, ya que no existe un reflejo de amor tan grande como un buen abrazo y un cariñoso beso. Todos podemos y tenemos que dar amor para así reflejar el amor de Dios. Tomemos en serio el amor, no olvidemos que es un gran regalo de Dios.
Eso que muchos llaman hoy amor es un afecto de invernadero, es un cariño tan endeble como el carácter de los niños sobreprotegidos. El amor de muchos se acaba como se acaba la salud de los niños superprotegidos y superconsentidos que ante el primer problema se refugian donde la mamá protectora o buscan la droga como evasión. ¡Valoremos el amor y la amistad!
Foto: Mural homenaje al amor de la familia en San Antonio, TX
1 comentario:
Bello mural, estilo escuela Diego Rivera, pero ¡tuvieron que meterle teléfonos encima!
Me recuerda la atrocidad del convento de Santa Maria de las Gracias en Milán, los monjes tenían prisa y abrieron una puerta en la pared donde esta el mural de La Ultima Cena de L.DeVinci.
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